Por Pablo J Maldonado: La demostración del cubano se basó en la estrategia más que en la fortaleza.
En el boxeo, algunos combates son una verdadera guerra cuerpo a cuerpo. Otros se asemejan más al ajedrez, donde la estrategia y la paciencia son determinantes.
La demostración del cubano Guillermo Rigondeaux (12-0, 8 KO) en su victoria sobre el filipino Nonito Donaire (31-2, 20 KO) el pasado sábado en el Radio City Music Hall de la Gran Manzana se basó en la estrategia más que en la fortaleza. Con el triunfo por decisión unánime, “el Chacal” unificó los títulos de las 122 libras de la Asociación Mundial de Boxeo que ya poseía, y le quitó al filipino el campeonato de la Organización Mundial de Boxeo.
Pero las esperanzas de una revancha entre ambos púgiles parece poco probable.
Mientras el ex peleador olímpico reclama que está listo para pelear con cualquier oponente en el peso supergallo, Donaire se someterá a una operación en un hombro y, de regresar a los cuadriláteros, será en las 126 libras.
“Con el boxeo y el movimiento se gana, no solo con un golpe”, dijo Rigondeaux luego de su triunfo. Precisamente, un buen golpe de Donaire en el décimo asalto envió a la lona al cubano, quien se levantó y lució muy bien en los dos asaltos siguientes.
El cubano, desfavorecido en las apuestas, además calló a quienes no le daban oportunidad de ganar por contar con apenas 11 combates como profesional antes de enfrentarse a Donaire, considerado uno de los mejores boxeadores libra por libra, y logró mostrar que su experiencia como boxeador aficionado también cuenta.
“Lo toreé, no podía golpearme”, añadió Rigondeaux en un aparte con la prensa cuando se le preguntó por qué creía que el público abucheaba por ratos pidiendo más acción dentro del ensogado. Pero, aunque su triunfo no necesariamente agradó al público, la estrategia funcionó, pues su esquina, liderada por su compatriota y ex entrenador de Miguel Cotto Pedro Luis Díaz, le pedía en todo momento que mantuviera la distancia.
“Hice mi trabajo, hice que Donaire luciera mal”, indicó el cubano.
Donaire, con su habitual honestidad –pues incluso en algunas de sus victorias anteriores ha sido autocrítico con su desempeño–, aceptó que su contrincante fue mejor dentro del cuadrilátero.
“No hay excusas, él me ganó esta noche. Fue una pelea cerrada, hice todo lo que pude”, dijo el filipino tras su segunda derrota como profesional.
“Fue mi error no cambiar durante la pelea. Fui estúpido durante los últimos dos asaltos”, añadió Donaire, quien en el duodécimo round recibió un recto de izquierda que le cerró el ojo y, aunque durante la mayoría del combate fue el que imponía la presión –usualmente de manera infructuosa frente al esquivo Rigondeaux–, terminó moviéndose hacia atrás y recibiendo la presión del cubano en el tramo final de la reyerta.
No habrá revancha Al concluir el combate, Nonito Donaire expresó que le gustaría tener una revancha con Guillermo Rigondeaux. Sin embargo, “sin quitarle méritos a Rigondeaux”, explicó que desde sus últimas tres peleas tiene problemas con uno de sus hombros y requerirá someterse a una intervención quirúrgica.
Además, como ya había adelantado, tiene planes de subir de categoría, pues a sus 30 años se le dificulta hacer el peso de 122 libras.
Rigondeaux, por su parte, expresó que “peleo con cualquiera”. “Demostré que soy el mejor en las 122 libras, y ya había probado ser el mejor aficionado libra por libra”, dijo Rigondeaux.
Por si fuera poco, el promotor Bob Arum habló sobre la dificultad de realizar grandes carteleras con el cubano como protagonista, pues es consciente de que su estilo de boxeo no es muy atractivo para los fanáticos que prefieren ver a los púgiles irse al toma y dame durante toda la reyerta.
La demostración del cubano Guillermo Rigondeaux (12-0, 8 KO) en su victoria sobre el filipino Nonito Donaire (31-2, 20 KO) el pasado sábado en el Radio City Music Hall de la Gran Manzana se basó en la estrategia más que en la fortaleza. Con el triunfo por decisión unánime, “el Chacal” unificó los títulos de las 122 libras de la Asociación Mundial de Boxeo que ya poseía, y le quitó al filipino el campeonato de la Organización Mundial de Boxeo.
Pero las esperanzas de una revancha entre ambos púgiles parece poco probable.
Mientras el ex peleador olímpico reclama que está listo para pelear con cualquier oponente en el peso supergallo, Donaire se someterá a una operación en un hombro y, de regresar a los cuadriláteros, será en las 126 libras.
“Con el boxeo y el movimiento se gana, no solo con un golpe”, dijo Rigondeaux luego de su triunfo. Precisamente, un buen golpe de Donaire en el décimo asalto envió a la lona al cubano, quien se levantó y lució muy bien en los dos asaltos siguientes.
El cubano, desfavorecido en las apuestas, además calló a quienes no le daban oportunidad de ganar por contar con apenas 11 combates como profesional antes de enfrentarse a Donaire, considerado uno de los mejores boxeadores libra por libra, y logró mostrar que su experiencia como boxeador aficionado también cuenta.
“Lo toreé, no podía golpearme”, añadió Rigondeaux en un aparte con la prensa cuando se le preguntó por qué creía que el público abucheaba por ratos pidiendo más acción dentro del ensogado. Pero, aunque su triunfo no necesariamente agradó al público, la estrategia funcionó, pues su esquina, liderada por su compatriota y ex entrenador de Miguel Cotto Pedro Luis Díaz, le pedía en todo momento que mantuviera la distancia.
“Hice mi trabajo, hice que Donaire luciera mal”, indicó el cubano.
Donaire, con su habitual honestidad –pues incluso en algunas de sus victorias anteriores ha sido autocrítico con su desempeño–, aceptó que su contrincante fue mejor dentro del cuadrilátero.
“No hay excusas, él me ganó esta noche. Fue una pelea cerrada, hice todo lo que pude”, dijo el filipino tras su segunda derrota como profesional.
“Fue mi error no cambiar durante la pelea. Fui estúpido durante los últimos dos asaltos”, añadió Donaire, quien en el duodécimo round recibió un recto de izquierda que le cerró el ojo y, aunque durante la mayoría del combate fue el que imponía la presión –usualmente de manera infructuosa frente al esquivo Rigondeaux–, terminó moviéndose hacia atrás y recibiendo la presión del cubano en el tramo final de la reyerta.
Además, como ya había adelantado, tiene planes de subir de categoría, pues a sus 30 años se le dificulta hacer el peso de 122 libras.
Rigondeaux, por su parte, expresó que “peleo con cualquiera”. “Demostré que soy el mejor en las 122 libras, y ya había probado ser el mejor aficionado libra por libra”, dijo Rigondeaux.
Por si fuera poco, el promotor Bob Arum habló sobre la dificultad de realizar grandes carteleras con el cubano como protagonista, pues es consciente de que su estilo de boxeo no es muy atractivo para los fanáticos que prefieren ver a los púgiles irse al toma y dame durante toda la reyerta.
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